Un amigo me ha prestado el libro Nacidos para correr de Christopher
McDougall, porque para él ha sido bastante revelador e inspirador. Hace dos años,
en el aeropuerto de Madrid, dirección a la Gore Tex Trans Apline Run, una
campeona de ultrafondo tenía que preparar un artículo para una revista, sobre
los motivos y perfiles de la gente que se dedica al ultrafondo, y cuando me
preguntó, me pareció difícil resumir mis “por qué”. Lo que le dije no está muy alejado de lo que
leyendo este libro veo ahora con total claridad, en aquel entonces no estaba
muy seguro de poder resumirlo, ni siquiera de lo que quería decir, y ahora se
me ha presentado con absoluta nitidez.
Los tarahumaras
corren por puro instinto, por naturaleza, porque son uno de los reductos
ancestrales que permanecen en este mundo, cada día un poco más edulcorados, quizá
algunos han sido conquistados, pero su espíritu será indomable por siempre,
cuándo ese espíritu desaparezca, ya no existirán los rarámuri.
La moda
del correr “natural” se ha convertido en un bombardeo, sobre todo por las marcas
comerciales, y se nos quiere hacer creer que al calzarnos en suelas de menos de
4mm. de diferencia de altura, podemos ser rarámuri,
y alguno ya sabe mi opinión con respecto al minimalismo y las pisadas tipo “barefoot”,
no lo veo de forma negativa, pero creo que es para unos pocos elegidos, porque
hay que ser francos, en la cotidianidad, calzamos zapatos mal diseñados, desde
hace generaciones, no tiene mucho sentido pasar bruscamente al “correr natural”,
se necesita una adaptación biomecánica,
y creo que unas mínimas condiciones físicas favorables, además de
hábitos alimenticios diferentes y saludables. Pero empapándome de las páginas
del Nacidos para correr, he
comprendido realmente lo que es el correr
natural, y no tiene nada que ver con nada visible, material y tangible, he comprendido qué me pasa cuando afronto una
carrera de ultra-distancia, he comprendido qué hacemos en el kilómetro 80 de una
carrera de montaña, y no es otra cosa que el verdadero correr natural, correr
con nuestros instintos más primitivos, buscarnos en nuestros orígenes como
especie, y conseguir capacidades que en el sofá de nuestros hogares no son
necesarias. He visto a los rarámuri
correr cuestas arriba con su especial naturalidad, y su libertad como seres
humanos, como hombres puros.
Me
siento un privilegiado al entrenar a personas, y no porque mis conocimientos
sean diferentes a los del resto, pero me gusta saber que el ultrafondo me ha
dado una especie de intuición tarahumara, que no sabía definir hasta que he
abierto este magnífico libro, ahora sé que puedo ayudar a que la gente descubra
cosas que lleva en su espíritu y sobre todo en su instinto, lo he hecho desde
siempre, poder ayudar a romper el bloqueo físico entre el “me gustaría” y el “yo
puedo porque soy un corredor”.
Son estas cuestiones filosóficas,
muy humanas, las que realmente han unido a este Club de Triatlón, y por eso
estamos entusiasmados con poder generar este tipo de experiencias, y por eso
fluyen en nuestras cabezas y no se nos pone nada por delante. Podremos
organizar esta carrera en el futuro de forma “oficial”, pero creo que no será
tan auténtica como esta unión de gente que simplemente quiere correr.
Así que
espero, amigo, y todos los amigos que se presenten en la línea de salida
en Boadilla del Monte, aunque no sean las Barrancas del Cobre, que podamos
dejar de un lado los Gps, el cronómetro, los retos, y nos dediquemos a correr
por puro instinto, saber que correr de forma natural es sentir tu máquina
interna, el sonido de las pisadas en el camino, los olores y colores de la
naturaleza que nos rodean, y simplemente, corramos sin pensar hasta dónde y
cuánto.
En especial tú, Luis, espero que ese día, consigas ver el espíritu de Caballo Blanco.
José Berrio Carrasco.